El cuidado de los ojos de nuestros hijos debe ser una de nuestras prioridades como padres y una de las cosas que más me choca y más rabia me produce es entrar en una tienda de ropa para niños y encontrarme entre los accesorios esas gafas de sol con una ínfima calidad óptica. Estas gafas deberían estar prohibidas en todas partes, pero sobre todo en este tipo de tiendas donde la gente pensando que la tienda a tomado precauciones y otorgándoles la misma confianza que les hacen en lo que respecta a la calidad de la ropa piensan que las gafas también son buenas, pues no los son. NO LO SON, SON MALAS, SON PELIGROSAS, SON UNA P… M…., perdón por la expresión pero es que es un tema que me saca de mis casillas.
Evidentemente ni hablo de las gafas de sol que se venden en un tenderete playero o en un rastrillo, no lo hago por que parto de la base de que quién compra un producto como unas gafas de sol en un sitio donde vende todo a 1, 5 o 10 euros (con todo mi respeto para estos productos y quienes los venden) y no sabe a lo que se arriesga, es que debe pensar que alguien da duros a pesetas o que desgraciadamente peca de ignorancia.
Pues con el objetivo de que la ignorancia no sea una razón para no comprar un producto de calidad, me permito publicar en el blog un artículo cuyo tema me parece súper importante y sobre el que quiero insistir antes del verano: no compre gafas sin homologar o sin calidad, se arriesga más de lo que piensa.
Espero que reproducir este artículo permita a aquellos que no lo hayan ya leído enterarse de lo importante que es comprar productos homologados.
Noticia:
Las gafas de sol ‘de juguete’ pueden provocar daños oculares en los niños
El uso de gafas de sol ‘de juguete’ puede provocar daños oculares en los niños debido a que no bloquean la radiación ultravioleta ofreciendo, por tanto, una «falsa sensación» de seguridad, según ha advertido el presidente del Consejo General de Colegios de Opticos-Optometristas, Juan Carlos Martínez Moral.
Y es que, el ojo del niño resulta más vulnerable que el del adulto porque antes del primer año de vida, el cristalino, que ejerce de filtro, deja pasar a la retina el 90 por ciento de la radiación UVA y el 50 por ciento de la UVB; su pupila permanece más dilatada; y la pigmentación del ojo, que actúa como barrera protectora, se va oscureciendo con el paso del tiempo.
«La consecuencia es que, casi el 50 por ciento de la radiación ultravioleta a la que nos vemos expuestos a lo largo de la vida se produce antes de cumplir los 18 años. Entre los daños que surgen a corto plazo destacan las queratitis o quemaduras solares, que en los más pequeños se manifiestan con síntomas de dolor, fotofobia y enrojecimiento de los ojos. A largo plazo, el daño puede ser más grave, en forma de alteraciones corneales, lesiones degenerativas y quemaduras agudas en la retina, que afectan a la visión de forma permanente», ha señalado el experto.
En concreto, diversos estudios han relacionado la radiación solar durante la infancia con la aparición de diversas patologías en la edad adulta como, por ejemplo, las cataratas, la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), y el pterigión, un crecimiento anormal de tejido sobre la córnea, que produce irritación ocular y sensación de cuerpo extraño.
Por tanto, el uso de gafas de sol de calidad durante la infancia, acompañado de otros elementos de protección como las gorras, los sombreros y las viseras, reduce el riesgo de padecer estas patologías. «Las gafas de sol infantiles, al igual que las de los adultos, deben estar homologadas y llevar la marca CE como estándar mínimo de calidad. Es preferible no utilizar gafas a llevar las ‘de juguete’, ya que suponen un serio peligro para la salud visual y ocular de los niños», ha apostillado Martínez Moral.
Fuente: La Razón