Uno no puede dejar de quitarse el sombrero ante muestras de generosidad sin limites como las de este cirujano, y cuando uno tiene un blog como es mi caso, tampoco puede dejar de compartir estas noticias con sus lectores.
Mi homenaje a todos aquellos que via ONGs o de forma individual, ayudan de forma desinteresada a mejorar o a devolver la vision a aquellas personas que mas lo necesitan.
El heroico cirujano que ha devuelto la vista a más de 100.000 personas
Sanduk Ruit aplica una técnica de bajo coste, asumible en las zonas más pobres del mundo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que alrededor de 39 millones de personas en todo el mundo sufren ceguera. De toda esa gente, un 90% vive en zonas pobres o con recursos escasos y hasta un 80% podría ser tratado, algo que tan sólo impide su situación económica. Los datos demuestran que las dificultades para acceder a un sistema sanitario provocan que este mal se encuentre mucho más extendido de lo que los avances médicos deberían permitir.
Por eso es tan importante que en nuestro planeta haya héroes anónimos y silenciosos como Sanduk Ruit, cuyas proezas hemos conocido leyendo CNN. Aunque quizá no hayas escuchado nunca su nombre, este doctor nepalés es responsable de que más de 100.000 personas hayan recuperado la vista en zonas desfavorecidas de Asia y África durante las últimas tres décadas. Sin entrar en tecnicismos, su método consiste en realizar una pequeña incisión en el ojo del paciente para suprimir la catarata y sustituirla después por una lente artificial de bajo coste.
De esta forma, el cirujano puede acabar con la ‘oscuridad’ en la vida de una persona en apenas cinco minutos. Lo que hace no sería extraordinario en países desarrollados, donde la prevención evita que el problema alcance consecuencias tan drásticas; pero su tarea tiene un valor incalculable precisamente porque la lleva a cabo donde es más necesaria y donde menos medios existen. Su recompensa es presenciar casos tan emocionantes como el de un octogenario norcoreano que, tras ser operado, pudo ver a su familia de nuevo diez años después.
Ruit va allá donde le necesiten. Se desplaza a territorios remotos, escalando y acampando en las montañas, interviniendo a sus pacientes en quirófanos improvisados en cuadras y establos si es preciso. Además de operar, el nepalés enseña los secretos de su técnica a colegas de otros países. Lo ha hecho incluso en la hermética Corea del Norte, a donde logró llegar en 2006. Después de que un diplomático de la embajada de Katmandú pasase por su camilla obtuvo los permisos necesarios para viajar a la ciudad de Haeju, al este del país.
La vocación de Sanduk Ruit procede de su infancia, que transcurrió en una aislada aldea en la cordillera del Himalaya, a varios días de caminata de los colegios y hospitales más próximos. A los 17 años de edad vio morir a su hermana por una tuberculosis que podía haberse tratado de no ser por esa distancia: fue entonces cuando tomó la decisión de dedicar su vida a luchar contra este tipo de casos. Su persistencia fue reconocida en 2013, cuando el Tilganga Eye Institute fundado por él recibió un Premio Champalimaud. Eso sí, cualquier homenaje parece escaso si se compara con la trascendencia de las gestas que Ruit protagoniza a diario.
Fuente: ABC