El envejecimiento de la población es una certeza y que con la edad se reduce la movilidad de las personas, es otra certeza. Por eso no es de sorprender que algunos ópticos se digan: si el cliente no viene a mí, seré yo quien vaya a él. Pues esto es lo que un óptico francés ha decido poner en práctica y para ello ha transformado un camión (o furgoneta, como prefiráis) en una óptica móvil y es él quien se desplaza a ver a sus clientes y no ellos quienes tienen que venir hasta su tienda.
Ya sabéis que me gusta plantear este tipo de cosas en el blog, informarme sobre lo qué ocurre fuera de nuestras fronteras, compartirlas con vosotros y ver que opináis. Yo os cuento la historia y vosotros me decís que pensáis, ¿ok? Como sé que hay muchos “tímidos” y no comentareis, os pondré un cuestionario para que votéis, no os preocupéis ;-).
Volvamos al tema del post.
El tema no es nuevo ya que en muchos países en vías de desarrollo este tipo de concepto de óptica móvil existe desde hace muchos años, pero esta vez es en Europa, y en concreto en Francia, donde una iniciativa de este tipo ha visto la luz. Algo que debería llevarnos a preguntarnos si no deberíamos empezar ya a pensar en cómo adaptarnos a la evolución de nuestra demografía, una situación en la que las personas mayores y su dependencia van a ser el nuevo desafío al que deberemos enfrentarnos, y no dentro de mucho tiempo.
“Cuando la gente entra en mi camión se sienten como en una tienda”, comenta Thierry Coignac, quien ha creado una óptica móvil que ofrece los mismos servicios que un punto de venta clásico. Este óptico y empresario francés de 43 años va al encuentro de la personas mayores y todo cliente cuya movilidad reducida le impide desplazarse hasta una tienda de óptica.
“Este concepto de óptica móvil encaja perfectamente en la realidad social actual, la gente no puede desplazarse y soy yo quien lo hace en su lugar. Compagino este servicio con mi propia tienda de óptica, visitando a los clientes entre las 12h y las 14h cuando cierro para comer o bien en mi día libre”. Si habéis leído bien, se va a verlos cuando libra o a la hora de su comida, está claro que el que algo quiere algo le cuesta y hay que estar dispuesto a hacer ciertos sacrificios.
“Por el momento estoy aun en una fase experimental. Mi servicio se publicita por el boca a boca y por los contactos que voy haciendo con organismos públicos o privados que se ocupan de la gente mayor. Hasta ahora el resultado es muy positivo, ya que además este tipo de servicio me ha dado la ocasión de conocer mucha gente dedicada a servicios de ayuda a domicilio o residencias de mayores, quienes me están ayudando a aumentar mi numero clientes”.
Ahora bien, además del tiempo que le dedica y que os comentaba anteriormente, este tipo de aventuras también tiene un fuerte condicionante económico y técnico, ya que como podéis imaginaros supone una inversión bastante consecuente y porque integrar en un camión una óptica no es un tema fácil.
Esta óptica móvil está equipada para poder acoger personas con discapacidad y movilidad reducida, incluyendo una rampa eléctrica para ayudar a acceder al vehículo a personas en silla de ruedas. Además dispone de una iluminación adaptable a diferentes tipos de exámenes visuales, pudiendo reducir o aumentar la intensidad luminosa en función del test o la exploración que desee realizar. Para poder desplazar todo el peso que implican los instrumentos instalados en su interior, esta óptica móvil cuenta con un motor de 800 caballos.
“Ofrezco los mismos precios que en mi tienda, el cliente no paga más porque yo me haya desplazado hasta él. La única diferencia entre ambos emplazamientos es el tiempo que paso con el cliente, siendo más largo en la tienda al disponer de más confort que en el vehículo. A nivel de instrumental mi óptica móvil cuenta con un fronto, un auto-kerarto-refractometro, una unidad de refracción con su foroptero, un iPad para la toma de medidas, las herramientas para ajustar las monturas que debo entregar y un ordenador portátil para la gestión de pacientes”. Todo un trabajo de precisión y un desafío técnico para acondicionar el espacio disponible. “Yo mismo diseñe los planos para integrar todos esos equipos dentro del vehículo, siendo la unidad de refracción el elemento más complicado a integrar, ahora bien esta parte me la guardo para mí como secreto contra futuros competidores.”
En total, esta óptica móvil ha necesitado una inversión de 120.000 €. «El banco me prestó el dinero, pero espero llegar al punto de equilibrio dentro de 3 años», dice de forma apasionada.
Ahora os toca a vosotros, ¿Qué opináis? Os dejo votar y a los mas “valientes”, gracias por adelantado por vuestros comentarios.
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Esto en España esta prohibido no?? esta idea también la pensé y en el colegio de opticos me dijeron que era ilegal.