La mayoría de las personas que han cruzado la barrera de los 45 años tienen dificultad para leer de cerca. La deficiencia pone las cosas muy complicadas a aquellos que tienen un trabajo de despacho y si, además, padecen miopía, astigmatismo o hipermetropía, descifrar lo que está escrito en un papel puede convertirse en un ejercicio de adivinación. Lo peor viene cuando ni con gafas o lentillas es posible leer con una relativa fluidez.
Esa situación la conoce muy bien el ministro de Fomento, José Blanco, quien hace unas semanas pasó por el quirófano para acabar con todos sus defectos de visión: miopía, astigmatismo, presbicia y cataratas incipientes. En su caso, la operación consistió en quitarle el cristalino y colocarle una lente intraocular; después, unos pequeños retoques en la córnea con un láser, le garantizarán una calidad de visión bastante buena.